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Imaginemos que no hemos visto jamás a un marchador practicando su actividad y que por tanto esta es la primera vez que contemplamos tan peculiar actividad atlética. Añadamos que nos hemos leido previamente el reglamento técnico que versa sobre dicha disciplina. Definiriamos pues a la marcha atlética (me refiero a la marcha atlética de competición) como el arte de "correr" aparentando no hacerlo y adoptando la muy peculiar técnica de mantener la pierna absolutamente recta, o dicho más vulgarmente: tiesa, desde el momento que aterriza en el pavimento hasta que traspasa la vertical del propio cuerpo del atleta. Singular ¿no?. Esto, amigos, es lo que nosotros practicamos. Una especie de mezcla entre prestidigitación o truco de ilusionismo y a la vez práctica atlética.

Lejos quedaron los tiempos en que la marcha consistía en caminar simplemente, y todo por culpa de los ritmos demenciales que se llegan a acometer en competiciones de alto nivel y que obligó al reglamento a la creación de la famosa regla de la pierna recta. Todo esto nos lleva a una conclusión simple: que la obtención de resultados en competiciones de élite no sólo implica que el atleta es capaz de desarrollar y mantener ritmos altísimos, sino que es capaz de realizar ese "truco de ilusionismo" de disimular el vuelo y la obligatoriedad de mantener la pierna que ataca recta de una manera perfecta y permanente durante todo el transcurso de una competición. El atleta que gana la medalla olímpica, no es el más rápido, sino el que mantiene el "truco perfecto" al ritmo más alto durante más tiempo. Todos podrían mejorar sus marcas si no tuvieran que preocuparse de disimular el vuelo, pero esa, amigos, es la gran y única diferencia entre un marchador de alto nivel y un marchador de élite. Todos conocemos algunos ejemplos de marchadores que a nivel nacional son "top", pero que pierden sus posibilidades al pasar a competiciones internacionales. Simplemente su "magia" (los marchadores a la magia la llamamos simplemente "técnica") no se lo permite.

¿Y cual puede ser el problema, o quizás cual puede ser el camino para dar ese pequeño paso en su mejora?. El entreno. El problema es que la marcha se está entrenando en la mayoria de los casos como si de otra disciplina de fondo se tratara, y algo tiene de verdad, por supuesto, pero hay más cosas. El trabajo habitual del fondo es ya de sobras conocido por cualquier entrenador, rodajes, fraccionados, etc. Todo esto pone a punto el "motor" (sistema aeróbico, cardiovascular, etc.) y también prepara y desarrolla el "chasis" (musculatura, tendones, etc.). Pero así como un corredor se puede permitir el lujo de poseer una técnica de carrera ciertamente pobre y a la vez conseguir buenos resultados (la mayoria de atletas africanos, la europea Paula Radtcliff, por citar algunos ejemplos), el marchador no. A un marchador no le sirve de nada entrenar ritmos de 4'10min./km. si a ese ritmo no sabe o puede disimular su "vuelo", o igualmente si no puede mantener ese "disimulo" durante toda la competición. No hay nada más inútil que realizar todo el esfuerzo de una competición para que a los 3/4 de la duración de la misma uno sea descalificado por marcha incorrecta (generalmente porque su "vuelo" es visible).

De ahí se deduce que el entrenamiento de la marcha a ritmos de alta competición no sólo se puede fundamentar en marchar simplemente a los ritmos adecuados. Exige todo un trabajo de estudio y análisis de la propia técnica de desplazamiento del atleta en cuestión, y la posterior investigación en el desarrollo de las actividades y ejercicios que posibilitaran, ya no sólo la corrección de los errores de técnica, sino el perfeccionamiento de la sensación visual de marchar en contacto con el suelo, que es de lo que se trata. Labores de análisis que se llevaran a cabo mediante filmaciones del atleta con cámaras de video de alta velocidad, para posteriormente analizar en cámara lenta con total nitidez los defectos y fases y subfases de la acción de desplazamiento. La busqueda, por tanto, de peculiaridades en la morfología del atleta, y su posterior compensación. Somos "magos" para el ojo humano (el del juez, en este caso), y nustro "trabajo" ha de ser perfecto.

Así como el ilusionista entrena sus manos para que el truco sea perfecto, nosotros hemos de trabajar nuestro cuerpo para que nuestro "truco" también sea perfecto. Y supeditar este entrenamiento técnico a la realización habitual de algunos ejercicios de técnica de marcha sobre una recta de 100 metros no es en absoluto suficiente. Esta técnica clásica es útil para aprender a marchar, pero es absolutamente ineficaz para el trabajo de mejora y ya no digamos para el de perfeccionamiento final que necesita un marchador que ha alcanzado un buen nivel. Debemos recurrir a acciones diseñadas especificamente cara a obligar al cuerpo a integrar las correcciones derivadas de los análisis. Sin todo este trabajo, lo que observamos es el panorama actual de la marcha, en que los marchadores mejoran sus marcas en las sucesivas temporadas pero su "nivel" de técnica sigue anclado en el pasado. No es admisible que un marchador sea descalificado una y otra vez, temporada tras temporada, aún a pesar de que sus marcas mejoran ¿de que le sirven?. Observemos como resumen que el trabajo de desarrollo, mejora y perfeccionamiento de la técnica de un marchador es tanto o más importante que el desarrollo de su capacidad como atleta de fondo.

La marcha actual, es una disciplina compleja. ¿Somos marchadores o simplemente ilusionistas del desplazamiento?

13/01/2008